“Nuestra época, sin duda, prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser… Para ella, lo único sagrado es la ilusión, mientras que lo profano es la verdad. Es más, lo sagrado se engrandece a sus ojos a medida que disminuye la verdad y aumenta la ilusión, tanto que el colmo de la ilusión es para ella el colmo de lo sagrado”[1]
¿Qué se está construyendo en Colombia en materia educativa?, ¿Qué tipo de estudiante está floreciendo en la universidades del país?, ¿en Cartagena, esta siendo la realidad transformada por los estudiantes? Cada momento de la historia crea sus dudas y cada duda aporta su propia discusión. Las anteriores preguntas al intentar ser resueltas presenta una paradoja con el tiempo: no existen momentos semejantes y a medida que transcurren los hechos se hace más difícil tratar de responder a ellos. ¿Pero que hace que sea hoy (el génesis del siglo veintiuno) tan complejo intentar entender estas preguntas? Esta respuesta si es sencilla, hoy en Colombia y particularmente en Cartagena no existe ni como individuo ni como ser colectivo el sujeto: estudiante, pues en su total dimensión por estudiante se entiende, aquella persona dedicada a la lectura, puesta en práctica y aprehensión de conocimientos sobre alguna materia o arte. Además se reconoce como un ser utópico por naturaleza y como tal agente propuesto para alterar la socavada realidad. Es decir no existe relación alguna entre teoría y praxis, ya que en la práctica este concepto esta subvalorado: el estudiante está incursionando en un circulo autodestructivo, donde se presenta como ente apático a la política, sin proyectos, y mucho menos metas que permitan tanto a él como a la sociedad, en una coyuntura especifica, generar nuevos paradigmas que permitan una evolución social interna de formación académica continua e ininterrumpida, y que impulse de una vez por todas a un estado mas apreciativo, donde sea posible pensar diferente y que las realidades sean creadas a partir de la pluralidad, y sin duda que la diversidad sea la norma. En ese mismo orden de ideas los estudiantes hemos perdido muchas propiedades:
· Credibilidad: no tenemos impacto en el aspecto social, porque no estamos dispuestos a generar cambios, nos ven como individuos que esperan mucho de muchas cosas, pero ni siquiera permitimos que la sociedad espere algo de nosotros. SEAMOS REALISTAS, LA JUVENTUD DE HOY NO ESTA CREANDO MODELOS Y ESO SI QUE ES PREOCUPANTE, YA QUE ESTAMOS ACOGIENDO MODELOS QUE NOS SON EXTRAÑOS, CREADOS POR EL MISMO SISTEMA… ¿qué hacemos para entendernos y para relacionarnos mejor?, ¿hay que buscar ron, música y un espacio para lograr integrarnos?
· Movimiento Estudiantil: En Colombia como en toda Latinoamérica es bien sabido que los estudiantes han forjado la transformación de una educación con calidad y para el futuro, que brinde todas las posibilidades: para todos, pues todos tenemos las mismas oportunidades. Esto se ha perdido, sin duda alguna hoy somos más independientes, mas egoístas y no nos reconocemos como grupo, y que como tal puede generar cambios, que podemos crear discusiones para emprender una renovación completa para que así nos blindemos a cualquier intervención del ejecutivo, que es quien siempre está desarrollando políticas que debilitan año tras año las calidades y facultades académicas de todo orden: básica, media y superior. YA ES HORA. DEBEMOS ORGANIZARNOS Y EMPRENDER UNA LUCHA A LA CUAL TODOS ESTAMOS LLAMADOS. PORQUE LA EDUCACION ES PRIORITARIA Y NECESARIA.
La idea de escribir este artículo, es con la intención de llegar a todos, pero sin lisiar a nadie. Me temo que en alguna o mucha medida he generalizado de una forma inquietante, y a eso le tengo una respuesta y es que deben haber estudiantes modelos, con principios y valores inquebrantables que quieren un país más decente e interesados en una universidad mas critica. Pero me pregunto ¿Qué están haciendo esos estudiantes por ese país decente que quieren o por esa universidad más desarrolladora de ideas? Con esta pregunta lo que intento mostrar es que todos somos culpable, consiente o inconscientes de la problemática que despierta a muchos pero que parece poco creíble o justificada. Y allí me remito a la cita de Feuerbach, al inicio del texto y es que pareciera que tuviera más credibilidad la pantalla chisporroteante que la infinita y distinta realidad. Señores aquí las soluciones no vienen en polvos, en cajas y mucho menos en promesas, aquí todos somas parte y como tales debemos y tenemos la responsabilidad de trabajar para cambiar, no entremos en esos juegos coyunturales (elecciones presidenciales) pues es bien sabido que es donde más se confunde y desilusiona al país. Pues aquí los problemas hay que tomarlos de la raíz y para eso no necesitamos más fusiles, no necesitamos más tratados de libre comercio, no necesitamos más confianza inversionista, tampoco más subsidios para los ricos. Aquí es necesario CONCIENCIA COLECTIVA y para eso debemos entender que Colombia no emergió de la oscuridad hoy, que la Colombia de los colombianos tiene 199 años y que la historia es la gran debeladora de los misterios que tiene a este país sumido en la miseria, el dolor y la violencia.
[2] Rafael Bossio – Estudiante de ingeniería mecatrónica
